
"¡Ten cuidado que no te roben la idea!"
Lo suelen decir trabajadores, gente que va a la oficina de 9 a 18, vuelve a casa para cuidar a los niños, y sale el fin de semana con los amigotes. O al menos gente que aspira a ese tipo de vida.
La realidad es que tu idea no vale nada, así como suena.
Debes comprender que hay mucha gente en el mundo que no vive la vida como un trabajador. De hecho, que les horrorizaría tener que vivir así. Son gente que viven de sus ideas, y que saben hacerlo. Se les llama vulgarmente emprendedores.
El primer paso para ser emprendedor, de los de verdad, no de los que sólo se llaman así a sí mismos, es tener ideas. Muchas ideas. Un emprendedor puede tener decenas o hasta cientos de ideas al día. Es normal, ya que viven de tener ideas. En cambio, a un trabajador no se le paga para que tenga ideas (de negocio), sino para que las implemente. En todo caso para que tenga ideas sobre cómo implementar [las ideas de negocio].
Por eso, cuando un trabajador tiene una idea de negocio -tal vez la única en todo el mes o incluso todo el año- cree que esa idea tiene un gran valor. Una idea igual que las 100 al día del emprendedor.
Encima, al trabajador le parece que tener ideas cuesta mucho, o que tener buenas ideas cuesta mucho.
¡Todo lo contrario!
Tener ideas es lo más simple del mundo.
Por ejemplo, si cogemos tres palabras como "cohete", "almohada" y "modular", podemos empezar a tener ideas al instante:
- Almohada modular, que se puede adaptar para dormir en pareja, solo, o con formas diferentes que se encajan para crear almohadas diferentes
- Almohada cohete, para que los niños jueguen a ser astronautas mientras sueñan
- Cohete para transportar almohadas, a los niños de países pobres
- Módulos acolchados para transporte de cohetes, porque es importante que no se estropeen
- Cohete de juguete que se convierte en almohada, para vender como un transformer
- ...
Incluso en estos ejemplos que me acabo de sacar de la manga ya veo al menos un par de ideas bastante majas.
Lo complicado es ganarse la vida con esas ideas.
Lo que realmente tiene valor, no es la idea en sí misma, es su desarrollo.
- Análisis de mercado, que demuestre la posible viabilidad de la idea
- Plan de negocio, que especifique cómo llevar a la realidad esa idea
- Líder o líderes, capaces de hacer realidad ese plan de negocio
Una vez desarrollada la idea, una vez demostrada la rentabilidad de la idea a medio-largo plazo, entonces -y sólo entonces- es cuando vale la pena robarla... si el emprendedor original no ha sido capaz de llevarla a cabo con el suficiente ímpetu para que no valga la pena competir contra él (aquí es donde entra el concepto de "riesgo", que daría para toda una discusión aparte).
Por lo tanto, a alguien que se llame emprendedor, no le debería importar lo más mínimo hablar de sus ideas (*) a diestro y siniestro. Su análisis de mercado, plan de negocio y elección de líderes... eso ya es otra cosa.
(*): siempre en plural, nunca en singular
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